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El cerebro y los riñones, los más sensibles al golpe de calor

CUANDO EL ORGANISMO NO ES CAPAZ DE EQUILIBRAR LA TEMPERATURA CORPORAL LOS ÓRGANOS EMPIEZAN A FALLAR. TRASLADAR AL AFECTADO A UN HOSPITAL CON URGENCIA ES VITAL.

El golpe de calor es un cuadro médico grave que se produce cuando el cuerpo es incapaz de regular su propia temperatura, lo que lleva a una situación de desajuste térmico. La forma más habitual se produce por exceso de exposición al sol y se denomina entonces insolación. Normalmente existen mecanismos neuroquímicos que regulan la temperatura corporal y que hacen que ésta se mantenga estable en torno a los 36º C, tanto si en el exterior hace frío como si hace calor. La piel y el tejido graso subcutáneo son estructuras muy importantes en la regulación térmica y su papel se centra en el efecto barrera a la entrada de calor o frío en el cuerpo. La transpiración cutánea (sudoración) permite eliminar calor en forma de gotas de agua e iones (cloro y sodio sobre todo) y estabilizar los 36º C internos frente a las altas temperaturas externas.

La respiración, por eliminación de vapor de agua, sirve también para esta función reguladora. Diversos cambios circulatorios intervienen también aumentando o disminuyendo el riego sanguíneo de todo el cuerpo según la temperatura exterior. El cerebro, a partir de los estímulos sensitivos y circulatorios que recibe, produce neurotransmisores pirógenos internos capaces de aumentar o disminuir la temperatura corporal como nos comenta la doctora Martín de la clínica de cirugía estética Granada Cocoon.

Cuando estos mecanismos son sobreexpuestos a las altas temperaturas o bien las condiciones de hidratación o circulación sanguínea no son las idóneas, se produce una incapacidad para regular la temperatura, lo que da lugar al temido golpe de calor. En estas circunstancias, la temperatura corporal se eleva por encima de lo normal (39,4º C y 41º C) durante periodos de 10 a 15 minutos, lo que puede provocar graves daños al organismo, dado que muchos órganos corporales dejan de funcionar correctamente a estas elevadas temperaturas. Especialmente sensible es el cerebro, de manera que si el golpe de calor no se trata rápidamente puede producir graves daños en el mismo; los riñones también pueden resultar muy afectados.

Un colapso por las altas temperaturas también es más frecuente cuando se acompaña de una humedad elevada, es decir, que es más fácil coger una insolación en la costa que en el interior, aunque el termómetro marque la misma temperatura.

El golpe de calor puede desarrollarse rápidamente y no siempre está precedido por signos alarmantes. Estos indicios serían, entre otros: dolor de cabeza, vértigo (sensación de girar) o fatiga. En estos casos se produce una sudoración excesiva seguida de una disminución de la misma (aunque esto no ocurre siempre). La piel se encuentra caliente, enrojecida y seca. El ritmo cardíaco se acelera y se pueden alcanzar las 160-180 pulsaciones por minuto (frente a las 60-100 normales). Aunque el ritmo respiratorio se acelera, la presión arterial rara vez varía.

La temperatura corporal asciende entonces rápidamente hasta 40- 41 º C (temperatura tomada en el recto), provocando una sensación de fuego interno. La persona puede sentirse desorientada y confundida, perder la consciencia o tener convulsiones.

El golpe de calor puede causar trastornos permanentes en varios órganos o la muerte si no se trata de forma rápida. Una temperatura de 41º C es muy grave y sólo un grado más suele ser mortal.

Ante una emergencia de este tipo deberían tomarse medidas para salvar la vida del paciente. La primera acción es conducir a la persona afectada a un lugar fresco y fuera del alcance del sol. Dependiendo de su estado, deberá ser trasladada inmediatamente a un centro hospitalario (situación de coma, convulsiones, estado confusional, importante descoordinación, etc).

Si la persona tiene síntomas leves puede ser de gran utilidad aplicar compresas frías en la zona de la cabeza, cuello, tórax, brazos y muslos para intentar bajar la temperatura interna del cuerpo, que ha podido superar los 40-41ºC. Si la víctima puede ingerir, el aporte de líquidos es fundamental.

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